Principales características
Analicemos, a continuación, las principales características del Trabajo Social Clínico contemporáneo.
Es una práctica especializada (Ituarte, 2017a). De este modo, no es posible ejercerla con un nivel de grado. Es necesario cursar formación complementaria de posgrado, y acumular la experiencia y pericia suficiente para lograr un alto grado de especialización y desarrollar práctica clínica eficaz y de alta calidad.
Tiene como objeto lo singular, es decir, la situación dentro de su propia idiosincrasia y ambiente. La singularidad, o el principio “uno por uno” es vista por Karsz (2007) como “lo universal encarnado”, es decir, la consecuencia de la dinámica dialéctica continua entre las circunstancias personales y las del entorno global del sujeto. Este principio se aleja del sociologismo, que explica e interviene sobre la base de que todo está determinado por las estructuras y circunstancias sociales, reconocimiento únicamente lo universal, las estadísticas, los patrones, las series, y negando al sujeto. Pero también se aleja del humanismo, que adoptaría la conducta opuesta, explicando todo en términos personales, tan anecdóticos e inéditos como incomprensibles. Lo particular es muy anecdótico y lo general muy abstracto para el TSC. Por esa razón, el objeto de análisis de la clínica son las situaciones singulares.
Se ocupa de lo concreto, es decir, de los hechos explícitos, visibles y fácilmente reconocibles por cualquier profesional, sin que medie una excesiva especulación teórica. Con ello no quiere decir que no exista un proceso de evaluación e interpretación de la situación, pero obliga a que tanto el punto de partida como de llegada sea lo concreto. Esto se realiza mediante un procedimiento de deconstrucción: 1. Considerar la manifestación inicial de lo concreto (lo que se oye, ve y lee), 2. Iniciar un proceso de investigación que deconstruya la manifestación inicial y permita interpretarlo de otra manera; 3. Rectificar y enriquecer el punto de partida inicial. Gran parte de las corrientes del TSC actual parte de un enfoque posmoderno en su concepción de la clínica, considerando que lo concreto no es algo que se descubra, sino que se construye: “[…] producción original, insólita, apasionante. Una creación argumentada” (Karsz, 2007, p. 165).
Es psicosocial. En la práctica, se necesitan conocimientos en tres ejes: 1) Intrapersonal (teorías de la personalidad) 2) Sistemas sociales (teorías sociales) y 3) Interacción entre los dos anteriores (teorías psicosociales) (Chescheir, 1984). El TSC está caracterizado por la perspectiva epistemológica Persona en su Ambiente —PEA— y el uso de modelos definidos como holísticos (Regalado, 2017a). La perspectiva PEA, es definida por la Asociación Nacional de Trabajadores Sociales de EE.UU. como: la forma de ver a la persona como parte de un sistema ambiental, que engloba las interacciones recíprocas entre la persona, sus relaciones y el ambiente físico y social (National Asociation of Social Work, 2005). Aquí radica una de las principales diferencias con las prácticas clínicas de otras disciplinas.
El TSC se realiza mediante un proceso terapéutico, basado fundamentalmente en la relación profesional-cliente, y utilizando como principal herramienta el lenguaje (vs. los recursos sociales, ayudas y prestaciones). Hace uso de métodos diversos, entre los que se encuentran principalmente los métodos de intervención con casos del Trabajo Social, la psicoterapia y la consejería (o Counselling). Los paradigmas predominantes en la actualidad son el psicodinámico, humanista, cognitivo-conductual, sistémico y construccionista social.
El TSC tiene un carácter crítico. Esta es una característica histórica e inherente a la profesión del Trabajo Social. Más allá de los objetivos operativos de la práctica clínica, toda intervención tendrá en cuenta en la evaluación y buscará, como fin último, la promoción de la justicia social, los derechos humanos, la igualdad y la emancipación de las personas con las que interviene. De este modo, la clínica del Trabajo Social tiene un intenso carácter crítico, político y deontológico. Esta es otra de las diferencias fundamentales con las prácticas clínicas de otras disciplinas.
Fuente: Instituto Español de Trabajo Social Clínico.
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